viernes, 8 de mayo de 2009

Los Movimientos Sociales y la crisis global. Por Isaac Yuyo Rudnik


Exposición que realizó Isaac Yuyo Rudnik durante el coloquio: "La crisis financiera internacional, su impacto sobre América Latina y Argentina: perspectiva de derechos", que el "Foro Ciudadano de Participación por la Justicia y los Derechos Humanos" (FOCO) organizó el pasado mes de marzo en la sede anexa del rectorado de la UBA.

Como punto de partida, me parece importante aclarar cómo entendemos la crisis económica que atraviesa el escenario internacional, teniendo en cuenta algunos elementos fundamentales e intentar ponernos de acuerdo sobre ellos.

¿La crisis es financiera o es una crisis de la economía real?

¿El punto de partida es la actitud “irresponsable” de algunos ejecutivos del sector financiero que arriesgaron más allá de la cuenta?

¿Si recomponemos éste sector obligándolos a actuar con “seriedad y responsabilidad” se puede volver a la “normalidad” más o menos rápido?

Todo esto tiene que ver con qué previsión tenemos para el próximo tiempo, cuál es la profundidad real de la crisis, a qué sectores va a abarcar y qué expectativas tenemos sobre las políticas que se están desarrollando desde los sectores de poder, particularmente desde el nuevo gobierno de Estados Unidos.

Esta es una crisis como todas las del capitalismo, una crisis de súper producción, y viene de muchos años de declive de la tasa de ganancia de este sistema, de la que intentó zafar mediante una disminución de costos de la mano de obra, tanto en sus remuneraciones directas (salarios) como de sus ingresos indirectos (acceso a la educación y salud pública, “estado de bienestar”,etc.), en un contexto en que las inversiones tecnológicas se elevaron sideralmente variando a niveles impensados la proporción con las inversiones en salarios. La consecuencia directa fue la disminución de la demanda, lo que los llevó a la implementación de una serie de artilugios financieros que terminaron por fracasar rotundamente. No se puede sostener un proceso de crecimiento artificial de la demanda mediante créditos baratos, si los salarios siguen bajando, si se sigue produciendo a escala planetaria un inmenso traslado desde las mayorías populares hacia las minorías más concentradas.

También se buscó salir del atolladero mediante mecanismos históricos, como la ocupación de nuevos mercados. ¿Pero qué es lo que produjo esta expansión económica con la incorporación de nuevos mercados? Que fueran ingresando al mercado internacional actores, que producen una masa inmensa de nuevos productos cada vez mas baratos, incentivados por la baja de costos que se profundizó después de la caída del campo socialista y el asalto de los sectores dominantes a los derechos de los trabajadores y los sectores populares, y que fue complementada –como vimos en el párrafo anterior- con las nuevas inversiones tecnológicas que hicieron crecer sideralmente la “productividad” y las ganancias empresariales. En los años 70 ya había iniciado su irrupción Japón, y en los 80 y 90 los tigres asiáticos y China, que se fueron incorporando al mercado internacional.

Pero, fue desproporcionado el aporte que hicieron a la oferta, respecto a la incorporación de demanda. En el caso de China, operando bajo reglas del sistema capitalista, es tanto lo que el gigante chino incorpora de oferta al mercado mundial, inundando el planeta con productos que no tienen competencia de precio, que en definitiva no pueden ser absorbidos por una demanda, que está lejos de crecer en la misma proporción. Porque esta incorporación de nuevos poderosos actores como productores de bienes, acelera un proceso de competencia feroz que busca resolverse con nuevos ajustes en los costos que significan mas baja de salarios, mas traslado de recursos hacia los sectores más concentrados, reducción del gasto social, etc.

Las distintas herramientas y mecanismos artificiales de incorporación de demanda a través de incentivos financieros, en un punto era una ecuación que no cerraba.

¿Cuales son las políticas que aparecen, en una primera lectura muy rápida, que está propiciando el nuevo gobierno de Estados Unidos? Por un lado, tratar de capitalizar las entidades financieras con el argumento de que hay que recuperar el crédito. Traslado de miles de millones de dólares a los bancos para tratar de sostenerlos, es con el objetivo de que puedan sanear sus carteras y poder recuperar su capacidad de dar créditos y volver a revitalizar la economía. La otra vía política es mucho más clara, donde se conjugan algunos elementos que tienen que ver con el fracaso de la política de control del petróleo del Medio Oriente, en el empantanamiento de la guerra de Irak, el abandono de esa estrategia y la búsqueda de vías energéticas alternativas.

La negociación con las automotrices es: vamos a dar créditos, ustedes tienen que reconvertir, tenemos que ir a otra matriz energético-productiva. Eso es, cierren el 80% de las plantas y vamos a iniciar un nuevo proceso. Es una necesidad que deviene del proyecto de mantener el dominio como potencia (ya sea exclusivo o compartido) y la continuidad el desarrollo en los marcos del sistema capitalista. En la práctica, significa resolver la crisis de súper producción como siempre la han resuelto, destruyendo el 70% de la fuerza productiva existente y reconvirtiendo. Es la vía clásica de resolución de la crisis. No hay, no puede haberlas dentro de ésta lógica, políticas de crecimiento real de la demanda, porque implicaría un proceso redistributivo global que está lejos de aparecer en este escenario.

Nosotros tenemos que pensar en América Latina qué es lo que nos espera. Porque esta cuestión de pensar la posibilidad de que la crisis se resuelva rápidamente, que la locomotora china nos salve, que la economía se recicle rápidamente, no está en la voluntad de los que hoy conducen este proceso a nivel global. Eso va junto con el agravante de que no hay resistencia y no hay lucha del movimiento obrero y de los sectores populares en escala planetaria. No es esperable de que esta política que llevan adelante los sectores que controlan el poder económico internacional, pueda ser revertida por la resistencia popular, o contenida como consecuencia de una articulación global de las luchas, o de un fuerte incremento de éstas en los países del norte donde se están decidiendo las políticas globales.

Vivimos, del 2003 a la fecha, en la Argentina, y en América Latina desde 1998 -si tenemos en cuenta a Chávez en el gobierno de Venezuela como inicio de este proceso- una situación distinta. Hay una serie de elementos positivos que se conjugaron, en el terreno económico y en el político. Se conjugaron una situación económica favorable, con una situación política en el conjunto de la región, que permitió que los ingresos provenientes de nuestras exportaciones tradicionales que alcanzaron valores excepcionales, fueran aprovechados en un sentido distinto a otras etapas, en que eran capitalizados exclusivamente por los sectores más poderosos. En Argentina, Brasil, Uruguay, Bolivia, Venezuela, entre otros, hubo un proceso de redistribución, que se tradujo en una serie de mejoras respecto a lo que veníamos viviendo en años anteriores en el conjunto de los sectores populares. Entonces, una situación política favorable producida por la existencia de administraciones progresistas y de izquierda que llegaron a gobernar como consecuencia de las luchas populares que atravesaron el período de auge neoliberal, permitió distribuir –en algunos casos con mayor profundidad y en otros no tanto- ingresos extraordinarios que llegaron en esta etapa reciente a la región. Hacia adelante es previsible que estos ingresos se achiquen como consecuencia inevitable de la caída de precios de nuestros productos en un mercado que todos los días da cuenta de nuevas reducciones del comercio internacional. La primera preocupación que tenemos entonces, pasa por el fortalecimiento o debilitamiento político de todos y cada uno de los gobiernos progresistas y de izquierda, y por la profundización o el estancamiento del proceso de integración regional en curso. Porque el elemento político de quién gobierna y con qué modelo, fue fundamental a la hora de pensar porque hubo un proceso redistributivo –reitero en algunos países mas tímido y en otros mas profundo- hoy las decisiones de nuestros gobiernos en el manejo de las variables de la crisis, son definitorias para saber sobre quiénes se van a descargar los efectos mas pesados de esta crisis; quiénes van a cargar con sus costos.

Desde el 2003 en la Argentina se produjo un proceso de redistribución, y el inicio de la construcción de un modelo alternativo al neoliberalismo que nos había arrasado en los años ´90, lo que permitió la creación de millones de fuentes de trabajo, el desarrollo de una política de seguridad asentada en el respeto de los derechos humanos, una elevación de la calidad institucional en aspectos fundamentales como la Corte Suprema, la justicia etc., todo lo cual fortaleció al gobierno y le hizo ganar un extendido consenso en la población. El posterior debilitamiento de su poder político se verificó a partir de la incorporación de sectores que claramente no están identificados con ese modelo, que cuando les tocó administrar y ser protagonistas del poder político jugaron en otro partido o en otro equipo.

No somos optimistas entonces respecto a la voluntad y capacidad de este gobierno para impedir que nos afecten fuertemente las políticas tendientes a hacernos pagar los costos de la crisis a los países del sur en general, y a los sectores populares en particular, impulsadas desde las potencias capitalistas. En esta etapa del desarrollo del capitalismo global no hay proyecto nacional que beneficie a las mayorías sin alternativa regional. En este sentido desde los movimientos políticos y sociales populares observamos con preocupación que en estos años política y económicamente favorables para los intereses de nuestros pueblos, no pudimos avanzar en la construcción de herramientas como el Banco del Sur o la integración energética, las que de concretarse nos hubiera permitido afrontar los efectos de la crisis actual en muchísimo mejores condiciones que las que tenemos.

Los Movimientos Políticos y Sociales populares debemos tomar en nuestras manos la resistencia y la lucha contra los intentos de hacernos pagar los efectos de una crisis que esta lejos de haber tocado fondo. Exigiendo la profundización del modelo redistributivo, la implementación de drásticas medidas que impidan la fuga masiva al exterior de capitales que representan la acumulación de trabajo argentino. Capitales que se van vía remesas de utilidades, de depósitos en paraísos fiscales, de pago de la deuda externa, etc. Estos recursos deben ser depositados en bancos públicos nacionales y regionales y reinvertidos en el país y la región, para ser destinados a pagar las deudas sociales con la salud y la educación públicos, con los trabajadores precarios, los desocupados y los jubilados. Con esos objetivos vamos y con esa perspectiva afrontamos el advenimiento de la continuidad de la crisis global.

Isaac Yuyo Rudnik

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